martes, 4 de febrero de 2014

Política, esa maldita palabra

En poco más de dos años y medio de haber comenzado este blog, la declaración de principios esbozada en el primer posteo en algunos sentidos quedó desvirtuada. La de no pretender orientar mis opiniones llevado de la mano de la política.





Hasta ahí, siempre había pensado en la política en general, y más aún en el “pago chico” de la política de Huracán, como en una trama oscura, rellena de personajes en su gran mayoría funestos. Y que eso siempre haría que me mantenga lejos, despegado y ajeno de cualquier vaivén institucional del mundo, país o club, llegando a esa mínima expresión, como la más cercana a mi. Y pensando así, incluso entendiendo que los “condimentos” de la política uno los aplica, mayormente sin pensarlo, en las decisiones cotidianas de su vida personal o laboral. Así es, que llegué a definirme como “apolítico”.

Los hechos que se van sucediendo en la institución en esa índole, hacen que ocasionalmente me tome el tiempo de extrapolar pensamientos (si es que la banalidad del caso lo permite), y trasladar la situación general de la Argentina, a la de nuestro Huracán. Y comprendo que la “casta” que se ha dedicado al menester de esa, vapuleada por mi, ciencia que es la política en mi querido club, no ha hecho otra cosa que vaciar, lenta pero incansablemente, las migajas de nuestra decadente economía, la esperanza del corazón de la gente y hasta el significado, de esa añorada grandeza. Porque seamos sinceros, nobleza obliga, que la historia sola, en estos últimos 30 / 35 años se está encargando de borrar todo lo escrito durante los 70 anteriores. Ya sea por errores o manejos delictivos, por una cosa u otra. ¿Saben que nos queda?. Solo nuestra identidad. Y poco más que enseñarle a los pequeños.

Pero en estos dos años y medio, algo en mi cambió. Siento que esa misma política que nos ha llevado despacio pero indefectiblemente a la ruina, es la única ciencia que nos puede salvar. Pero que las herramientas son otras. Y que hay que buscarlas. Aguzar el ingenio y el amor propio que centenares de Quemeros tenemos, además de esa identidad y sentido de pertenencia a los queridos colores y estandartes. 

Por supuesto que nos chocamos contra varios factores. No es simple que a cualquiera de nosotros se nos dé fácil la vida, personal y laboral, para destinar varias horas al club. Además, no todos nacimos sabiendo de todo, y no todos estamos capacitados para la tarea. Pero ideas tenemos. Algunos tendrán más tiempo que otros o más facilidades que otros. E incluso, de esa “casta” que hoy es el espectro político del club, seguro existen personas idóneas y honestas. Lo único que falta, es que todo eso se una. Encontrar la manera, sin mezquindades ni divismos, de aunarlas y sobretodo, no tener miedo a participar. No existen gurúes, magnates, iluminados ni ídolos que nos salven. Solo nosotros, los socios.

Lo dice alguien que siempre pensó distinto. Que sabe que no todo está perdido y que siempre vale la pena intentarlo.

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