sábado, 10 de diciembre de 2016

Huracán es cíclico

Ciertamente se puede afirmar, que desde hace poco menos de cuarenta años, nuestro club, en lo institucional en general, y de la mano del fútbol en particular, vive encerrado en una historia que parece un cuento al que nadie le encuentra un final. Un cuento feo y aburrido, que hasta podría ser una película, en donde los cuadros se repiten como en una sucesión de imágenes distorsionadas, donde la escenografía y la historia es la misma, cambiando, rotando y reciclando protagonistas. Protagonistas que se creen más que la historia, y por eso, como están cómodos y sólo saben hacer eso, la repiten.

Porque hoy es Caruso Lombardi, Nadur y sus adláteres, y este plantel. Ayer fue Kudelka o Cocca, el mismo Nadur y compañía, y varios de este mismo plantel. Y más atrás otros.

Entiendo, como un quemero común y silvestre que ve fútbol con uso de razón hace 40 años, casi coincidentes con esta etapa que describo, que siempre que los protagonistas se creyeron más que la historia en si misma, a Huracán no le fue nada bien.


En el caso de un entrenador de fútbol...

Aquellos que entienden algo de este juego, saben que mantener a 25/30 tipos con pensamiento positivo y con ganas, para obtener sólo 11 lugares una vez por semana, no es tarea sencilla, por lo que podemos afirmar que allí radica uno de los principales misterios de un buen entrenador. Mantenerlos enfocados, contentos, y con un objetivo común, sirve para que luego en lo táctico, cualquier cuestión se ordene.

Si de arranque nada más, ese “líder desde adentro” sale a protagonizar cada cosa que pasa y se expone en demasía al afuera, el “dentro” es muy probable que no lo tome bien. Y que lentamente tome forma un marco contrario al esperado, de desgano, desconfianzas mutuas y objetivos desatendidos, volcando en su contra la situación. Hasta que ese “líder”, el fusible a la vista, salta y se tiene que ir.


En el caso de un plantel...

En el fútbol y en la vida, cuando en los grupos de trabajo, pasa el tiempo y los empleados se acostumbran a una forma de comportarse en sus tareas, no es fácil que alguien que venga de afuera, pueda cambiarlos de un día al otro. Cada uno en su propia vida, tiene manías y le gusta más trabajar de una forma o de otra. Pero lo que no puede hacer una persona cualquiera en su labor es, que cuando su nuevo jefe no le gusta o le pide cosas que no quiere hacer (pero que puede o debe o tiene que hacer), no las hace, o las hace mal, para que se note que su nuevo jefe poco sabe, o que nada entiende. Esto es más pronunciado cuando se da en grupos, donde varios de ellos, transformados en líderes, ya sea por edad o por influencia, llevan a otros a dar malos pasos o tomar decisiones que afectan, para mal, a todo el grupo.

Este tipo de actitudes no son propiedad de un plantel en particular, y se han dado muchas veces en todos los clube del país y del exterior. Es un mal común del fútbol, lo cual no puede para nada tranquilizarnos.


En el caso de una dirigencia...

Que maneja una institución de la misma forma que puede manejar su negocio personal o su casa. Cuando esa institución no es ni su negocio personal o su casa. Que no escucha a los demás, que se vuelve personalista, y que por más que haya puesto en orden una gran cantidad de cuentas, siempre queda en falta, porque no puede dar el paso que lo aleje de la mediocridad y la decadencia, transformando sus triunfos deportivos y económicos, en meras anécdotas y recuerdos que no sabe como hacer perdurar. Ya sea uno, tres, cinco o diez, siempre es una cantidad de gente reducida, que se siente dueña de la verdad. Porque o no escucha/n o escucha/n a quienes no tendría/n que escuchar. Vaya uno a saber.


Espero que todo esto no sea lo que está pasando en mi Huracán. Pero mucho me temo que se parece. Año 2016. Caruso Lombardi, Nadur y compañía, y plantel profesional.

¿Vale la pena buscar culpables?. Si y no. Si porque alguien debe explicarles que no está bien lo que hacen. No, porque muchos de ellos, no recibirán castigo, o hasta serán “premiados”.

Escribo lo que siento, de la forma que me sale y no tengo que rendirle pleitesía a nadie. Me puedo equivocar, pero no uso “la mala leche”. No soy periodista ni dirigente. Solo socio, y como socio, dueño de una parte de mi club. No me pesan jugadores, DTs o dirigentes. Nadie está por encima de Huracán, de su insignia o de su casaca. Es mi bitácora personal y no está impulsada por nada más, que dejar plasmado ese cariño incondicional que le tengo a mi Globo querido.

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