miércoles, 29 de abril de 2015

Vale una estrella pero no tapa el sol

Sube y baja de emociones. Eso es Huracán. Porque sin dudas, por más enojo y rencor que uno guarde derivadas de la derrota en Venezuela, cuando vemos la camiseta con el Globo en el pecho festejando por un triunfo, y más aun alzando un trofeo, la emoción nos atrapa y nos lanza de lleno a la felicidad, sin escalas. Somos así y está en nuestra naturaleza, debemos asumirlo, y no es hipocresía. Lejos está de serlo.

Hace pocos días escribí, que de forma vergonzosa, Huracán había dejado pasar una chance histórica. Y un poco más acá, en la previa, dejé estas frases: “si se busca tapar la tristeza con una victoria ante River, aquí no se entendió la realidad; ganar siempre hay que ganar, o al menos, demostrarnos que eso es lo que quieren y dejar todo por lograrlo”. Eso es lo que sienten hoy los quemeros, al menos los “sanos de corazón”, los que nunca quieren perder, y los que festejan con el alma la estrella número trece en el corazón de nuestro club.

Huracán venció a River Plate en San Juan por uno a cero para alzarse con la Supercopa Argentina, tercera edición, 2014.



Como todos vieron, Huracán fue un equipo inteligente y corto, preparado para recuperar el balón y tratar de salir rápido a la jugada de ataque, objetivo que logró en todo el primer tiempo, pero que le fue imposible, por la intención de rival y por sus limitaciones físicas, dado el desgaste por los constantes viajes. River en tanto, lució a los mejores exponentes que podía presentar, pero dejó la verticalidad y el fuego sagrado en su casa, en Núñez. Si bien tuvo tres acciones clarísimas, en las que pudo haber empatado sobre el final, fue un equipo que si bien avanzaba, no atacaba, y se dejó maniatar por un Huracán que lo llevaba al embudo donde finalmente sus centrales terminaban ganando y despejando.

Otra vez Marcos Díaz fue determinante, y le ahogó todas las ilusiones a River, haciéndose gigantesco en el arco quemero. Vismara otra vez fue el león de la mitad de la cancha, el eje interminable de cada relevo, y el pase corto de inicio de cada avance. Espinoza, el as, el determinante que tanto esperábamos, la velocidad nutrida de inteligencia y freno. Con este trío, más la sacrificada función del goleador Puch y la sobriedad de los centrales Nervo y Domínguez, Huracán construyó una victoria que queda en el bronce.

En el partido, desde el comienzo, River mantuvo el dominio del balón, especialmente intentando por el costado izquierdo de la mano de Gonzalo Martínez, sobre quien el resto de los volantes volcaba el juego, para terminar en centros buscando a sus delanteros. A todo esto, se veía al Globo bien plantado, sin dificultades para destruir lo que el rival intentaba construir. Además, se hacía bien ancho, con Espinoza en su debut en 2015 y Puch bien abiertos por las bandas, incluso ganándole la espalda a los laterales, en especial a Vangioni. Con Espinoza por allí, llegaron dos ocasiones previas y a los veintiún minutos, el gol que a la postre fue de la victoria.

Tras un córner de River de la izquierda, llega un rechazo, un par de jugadores que caen, y un nuevo rechazo, éste de Vismara, que cae en tres cuartos de cancha propios a Espinoza. Rápido el pibe toca sobre la derecha a Toranzo y se lanza al pique largo. Toranzo mete la pausa, y le pasa al vacío a Espinoza, que deja la marca de Vangioni atrás, y al llegar al área, lo pinta con una gambeta en una baldosa a Funes Mori, y manda el centro atrás, que rebota en el taco de Kranevitter que cerraba. Este rebote hace que Ábila, que traía dos marcas, se pase de largo, pero le deja servido el balón a Puch, que entraba desde la izquierda, y que sin dudar engancha la pelota fuerte y de rastrón a palo cambiado de Barovero que nada pudo hacer. Lindo gol de contra, baldazo helado para River que durmió en el repliegue.

A partir de allí River siguió a puro centro y Huracán fue firme y nunca dio ventaja. Incluso tuvo la oportunidad de aumentar, cuando un pase profundo de Toranzo, dejó a Ábila a la carrera entrando al área de cara a Barovero, y su remate golpeó en las piernas del arquero, que leyó el movimiento del delantero y salvó. Sobre el final de la etapa, River tuvo una buena chance, cuando Sánchez toma un centro con una pirueta y su tiro no lo alcanza Mora.

Era obvio que en la segunda mitad River “pisaría el acelerador” e iría por el empate, pero la primera la tuvo el Globo con un remate de Espinoza que se va desviado. La insistencia de River solo se traducía en centros algunos de los cuales Mora alcanzaba sin suerte para el. Con el correr de los minutos, el físico le fue pasando factura a los quemeros, y la pelota casi no se podía sostener, volviendo rápidamente a control del rival, que a esa altura ya tenía cinco o seis jugadores claramente volcados al ataque. En Huracán dos líneas de cuatro y a aguantar...

Porque en los cinco minutos finales, River dio su resto, y encerró a Huracán en su área, y fue ahí cuando la “leyenda” se grabó para siempre. Marcos Díaz se hizo gigantesco. Primero en un tiro libre que pedía gol de Mora; luego en un cabezazo a quemarropa dentro del área chica que a puro reflejo mandó al corner; e inmediatamente, la mejor de todas, cuando Cavenaghi se anticipó a todos en el área y su cabezazo, que era gol, Díaz lo bloqueó de forma increíble, para después darle al balón un segundo manotazo salvador, alejando el peligro. Allí la suerte del partido quedó sellada, y en las manos de Marcos, quedó la Copa.

¿Qué queda pensar? ¿Qué fue lo que cambió, sobre todo desde lo actitudinal en el grupo, entre el juego de Venezuela y el de San Juan?

Yo no soy periodista, solo un simple socio e hincha con casi cuarenta años de cancha, que solo deja sus impresiones y su modo de pensar en su bitácora personal. Y desde ese lugar opino, por lo que veo, leo, siento y analizo. No tengo que guardar formalidades, ni compromisos, ni tirar bombas, ni “matar a nadie”.

Y desde ahí digo.

Que me gusta sentir que mi equipo es Campeón. Me llena el corazón. Ese corazón que tengo en forma de globo. Se traduce en felicidad.

También se agradecer. Y agradezco al grupo de jugadores que en seis meses, devolvieron al club a su lugar, lo pusieron en una copa internacional y le dieron dos copas a las vitrinas y dos estrellas al escudo.

Pero siento que no me llena. ¿qué querés que te diga quemero? Me siento raro, Esa disparidad entre un juego y otro, me extraña... Tal vez soy mal pensado, mala persona, vaya a saber... Pero lo que escribo lo escribo desde mí y nadie más.

Siento que esta estrella, la trece, no tapa al sol.



Síntesis

River Plate 0 – 1 Huracán

River Plate: Marcelo Barovero; Camilo Mayada, Jonathan Maidana, Ramiro Funes Mori, Leonel Vangioni; Carlos Sánchez, Matías Kranevitter, Ariel Rojas, Gonzalo Martínez; Rodrigo Mora, Fernando Cavenaghi. DT: Marcelo Gallardo.

Huracán: Marcos Díaz; Federico Mancinelli, Martín Nervo, Eduardo Domínguez, Luciano Balbi; Lucas Villarruel, Federico Vismara; Cristian Espinoza, Patricio Toranzo, Edson Puch; Ramón Ábila. DT: Néstor Apuzzo.

Cambios: 13 2T Leonardo Pisculichi por Sánchez (RP) / 18 2T Sebastián Driussi por Rojas (RP) / 28 2T Agustín Torassa por Puch (H) / 30 2T Ezequiel Gallegos por Espinoza (H) / 35 2T Iván Moreno y Fabianesi por Toranzo (H) / 40 2T Augusto Solari por Mayada (RP).

Goles: 21 1T Edson Puch (H) con remate fuerte y cruzado de derecha, entrando al área en diagonal desde la izquierda, tras centro y gran jugada previa de Espinoza.

Árbitro: Néstor Pitana (bien)

Amonestados: Sánchez, Kranevitter (RP) / Vismara, Villarruel (H).


Figura del partido: Marcos Díaz

El vídeo resumen del partido:



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