lunes, 13 de junio de 2011

Huracán y un final de campeonato previsible

Otra vez detrás de la pantalla del televisor. Desde el sábado, al conocer la derrota de Gimnasia a manos de All Boys, pocos hinchas de Huracán esperaban un final distinto de éste. La mayoría sabía que el próximo fin de semana, y no éste último, se decidirá la suerte del Globo en la categoría.




 
El triunfo de All Boys del sábado a Gimnasia, fue una especie de bálsamo, un alivio generalizado en el ánimo del común del simpatizante quemero. Se sabía que pase lo que pase con Vélez, Huracán llegaba al final del torneo con el destino en sus propias manos. Sabemos que no es mucho teniendo en cuenta la realidad marchita del equipo, pero la ventaja de un punto a favor y dos partidos a jugar pesa en el ánimo de todos.

Lo que pasó el domingo cerca del mediodía en el Ducó, fue una historia previsible. Se resume diciendo que hubo un equipo que quiso atacar y pensó en función de eso, y otro que solo quiso defenderse, y obró en tal medida. Éste último, Huracán, pudo sostener el plan durante poco más de 50 minutos, hasta que un error individual, dejó con las manos vacías y sin “plan B”, al once de Pompei.

Durante el primer tiempo, Vélez fue el único que propuso, con un Martínez al nivel del mejor Martínez, y con el chico Ricardo Álvarez manejando los hilos, y permitiendo que nadie extrañe al petiso Moralez. En toda esa etapa, a base de concentración de su línea defensiva, en especial el juvenil Núñez como stopper de Silva, Soplán corriendo a todos en el medio y Lemos sosteniendo su lateral, se dedicaban a clausurar todos los intentos del equipo de Gareca.

Pero en el comienzo del segundo tiempo, a los seis minutos, un centro de Papa tras un córner, el cálculo erróneo de Gastón Monzón en la salida, manotazos al aire, y Santiago Silva escapando de la marca de Facundo Quiroga, gana en el área de cabeza para poner la ventaja.

A partir de allí, se volvió a desnudar la anemia absoluta de ideas de Huracán, dejando a Zárate y Cámpora solos sin conexión y casi sin llegadas que se puedan contabilizar como claras. Entonces, Vélez solo tuvo que dejar fluir la pelota, hacerla a ella y al tiempo correr, siempre con el control del balón y con vocación ofensiva, provocando algún sofocón más en una línea defensiva que había perdido, su bien más preciado, la concentración.

En el medio de esto, luego de una rencilla de dos “guapos de cartón”, se fueron bien expulsados por roja directa Sebastián Domínguez y Facundo Quiroga, uno de cada equipo. Y sobre el final, Vélez le puso la frutilla al postre, cuando en una escapada de Álvarez, Matías Quiroga lo baja dentro del área. Sin duda alguna el árbitro Pompei cobra el penal que el recién ingresado David Ramírez, en la última acción del partido, cambia por el segundo gol.

Resulta manifiesto que el déficit ofensivo de Huracán pasa por la creación de juego, y que ninguno de los “encargados” de esto del plantel lo puede solucionar, para alimentar a un Cámpora, que más que lo que hace e hizo no se le puede pedir. Y que en el aspecto defensivo, solo queda apostar a que se mantenga la concentración y el esfuerzo demostrado en los primeros 50 minutos del juego con Vélez.

Queda en manos de Tito Pompei, como muchas veces durante este trimestre, encontrar la escapatoria del callejón de la última fecha, elegir la puerta correcta, de la llave que Huracán tiene en sus manos.

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