miércoles, 15 de junio de 2011

Grandes Jugadores: Héctor Manuel Herrero



Los que tenemos alrededor de 40, recordamos fácilmente la figura de ese muchacho morocho, alto y robusto, que usaba la remera con el número 9 u 11 (aunque algunas veces lució la 10), y que se llevaba por delante a cuanto defensor rival se le pusiera delante a fuerza de potencia y una importante dosis de habilidad, a lo que se sumaba la importancia de su juego aéreo, dada su contextura física. Ese muchacho que era delantero centro, y que en el Globo supo reconvertirse para asistir a su equipo en el lugar que se lo necesitara. Media punta, se llamaría hoy, o hasta volante carrilero ocasionalmente, supo servir de manera eficiente en el puesto donde el técnico de turno lo requiriese, ya que fuera en el lugar de la cancha que fuera, era titular indiscutido.

Nacido en la ciudad de San Jorge, pueblo de campo del centro de la provincia de Santa Fe, el 9 de agosto de 1962, dio sus primeros pasos en Newell´s Old Boys a los 12 años. Al poco tiempo fue al club Coronel Aguirre de Villa Gobernador Gálvez, volviendo al Newells rápidamente solicitado por Jorge Griffa. Incluso hasta debutar en la primera división local, en la liga Rosarina, con 19 años en 1981. Allí vivió un hecho relevante en su carrera, cuando en un clásico con Central en la cancha de Tiro Federal, sufre un fuerte choque con Alfredo Killer (jugador con una personalidad como la que denuncia su apellido, tercero de una raza de hermanos defensores) y queda tendido en la cancha con un cuadro de fuertes convulsiones que tardaron unos minutos en detenerse, haciendo pensar en lo peor para el muchacho.  El caso fue llevado a la prensa, y tratado como lo muestra este recorte de un diario de la época.




A partir de allí, fue “prestado” por el club, tal como era el estilo en esa etapa, en 1983 a Sarmiento de Junín y en 1984 a Argentino de Rosario, con el objetivo de obtener el roce necesario para participar en Primera División. Al retornar a Newells en 1985, sufre una lesión de importancia que lo tiene más de dos meses marginado y de la que le cuesta retomar el ritmo de competencia, interviniendo en el año en solo dos partidos de Primera.

Luego, mientras participaba de la pretemporada del cuadro rosarino en las Sierras de Córdoba, se realiza la transferencia a Huracán, en la cifra de U$S 35 miles. Debuta en nuestro club, el 2 de febrero de 1986, en el Ducó, en un empate a cero con Vélez Sarsfield. El domingo siguiente vuelve a ser titular contra Gimnasia en La Plata, convirtiendo su primer gol.

Dos etapas vivió en el club, 1986 – 1988 y 1989 – 1992. Sumó en total 62 partidos en primera división con 5 goles y 128 en el ascenso, con 39 goles. Es el jugador que más veces lució la casaca del Globo en el ascenso y uno de sus principales goleadores en esa categoría (junto al “Toti” Iglesias). Resultan en total 190 partidos y 45 goles que lo elevan a la categoría de protagonista de la década del 80.

Su ciclo en Huracán se interrumpió en 1988, cuando en una operación poco clara pasó al Querétaro de México, donde por problemas con el empresario que lo llevó, casi no jugó, para luego volver a Parque Patricios, para la campaña del ascenso de 1990. Luego jugó para Banfield la temporada 1992 – 1993 y para Guaraní Antonio Franco de Misiones 1994.

El recuerdo del “Negro” Herrero en el hincha Quemero, se resume a esta acción, por la cuarta fecha del torneo Clausura 1991, en cancha de Ferro, donde marca uno de los más hermosos goles en clásicos a San Lorenzo, el 17 de marzo de 1991, ya hace poco más de 20 años:



Este es Herrero hoy, rodeado del amor de su familia. En nuestro recuerdo, siempre va a quedar marcado ese pique largo demoledor a base de potencia física y habilidad y por sobre todo, la guapeza, garra y convicción de ir siempre “para el frente”, que convirtieron al “Negro” Héctor Manuel Herrero, en uno de los ídolos del Globo en su historia.


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