Comienza 2017
en materia de fútbol para Huracán. Tarde en el calendario, ya que los
dirigentes del fútbol argentino no se ponen en nada de acuerdo. Desde saber
quien es el líder, cuáles son sus estatutos, si fundan o no una “súperliga”,
que hacen con la televisión y en especial, como se reparten las monedas entre
primera, ascenso, interior y toda la estructura de AFA. A todo esto, el
Gobierno nacional escapa del “Fútbol para Todos” y deja el tendal de clubes con
déficits insostenibles, que contaban con esos ingresos para subsistir.
En medio de
tal desmadre, Huracán no es ajeno en su seno interno a los problemas. Luego de
un segundo semestre de 2016 desilusionador y preocupante, tiene por delante un
2017 a dos frentes (nacional e internacional), pero que claramente se reducen a
un objetivo: mantener la categoría.
Teniendo en
cuenta esto, Nadur pareció dar un buen y rápido paso buscándole una primera
solución al asunto, cuando a mediados del pasado diciembre, contrató a Juan
Manuel Azconzábal como nuevo director técnico del club. Al ex jugador de
Estudiantes de la Plata, de 42 años, se lo reconoce como una persona seria, y
cuenta con experiencias positivas en el mismo Estudiantes, San Martín de San
Juan y particularmente, el último ciclo de dos temporadas en Atlético Tucumán,
con el cual logró el ascenso a primera división e inmediatamente, una campaña
más que aceptable en la división mayor, que permitió la clasificación histórica
a la Copa Libertadores.
Atrás de eso,
la dirigencia quemera nuevamente pareció reaccionar rápido, ya que para el
inicio de la pretemporada en Mar del Plata, ya el Globo tenía su primer
refuerzo, el lateral ex Independiente y Atlético Tucumán Lucas Villalba. No
obstante tener tres jugadores en dicho puesto (Garré, Morales y Müller) e improvisar
a otros (Luca Sosa o Araujo), la banda izquierda de la defensa fue un talón de
Aquiles y viene bien la contratación.
Ahora bien, ya
llegado el final de febrero, tras dos meses de gestiones, el pedido o casi
ruego del DT, no se cristalizó: la llegada de un delantero central, que cubra
las necesidades que Mendoza (bajo nivel tras su accidente), Barrales (de penoso
segundo paso por el club), Depetris (con pocas chances y livianito) o Lesman
(“pesado” y con falta de profesionalismo), no alcanzan a cumplir. Puede ser que
Nadur crea excesivamente en que posee una cuota de suerte adicional a la que ya
mostró, o que se guarde una carta en la manga que nos sorprenda. Pero ya fue
sencillo razonar para todos nosotros, tras seis meses nefastos, que sin un delantero
confiable, “difícil que el chancho chifle”... Se extraña demasiado a Espinoza y
en especial a Ramón Ábila, que nos dejó huérfanos de gol.
Dos meses de
trabajo lleva el nuevo DT, y los amistosos no han sido del todo malos. El más
relevante de ellos, con público, televisación y una copa en juego, fue una
extraña derrota 3-4 ante Racing en Avellaneda, en la que errores individuales
que costaron goles en contra, derrotaron a una perfomance sólida como equipo y
con momentos más que acertados.
Para lo último,
dejé la “novela Iritier”. Este chico, de origen humilde y con pocos y buenos
minutos en primera, a los 21 años, fue ignorado por mucho tiempo, y mantenido
con migajas. Espero su chance, no desentonó, y luego, tras vencer su contrato,
se llevó sus “petates” a Estudiantes de La Plata, saliendo la puerta de atrás,
tal como siempre lo habían tratado. Hasta ahí, nada que decir de la actitud del
chico, que parece “devolver” el trato que le ofrecieron. Pero si es que hubo
como parece, declaraciones desafortunadas hacia la institución, allá él....
Luego de un
año y medio en la cresta de la ola, nos tocó bajar y golpearnos en el piso
nuevamente. 2017 nos entrega la obligación de levantarnos, meternos otra vez en
el mar, y surfear la peor de las olas y conquistarla.
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