martes, 1 de marzo de 2016

Renacer y levantarse

El campeonato local es la deuda pendiente en todo sentido que mantiene el grupo con su gente, por esto y por sobrevenir justo pocos días después de la situación vivida en Venezuela y la posterior clara derrota por la Copa ante los colombianos, el duelo clásico ante un San Lorenzo, puntero y embalado, se tornaba una dura prueba para el Huracán de Eduardo Domínguez. Tras un trámite parejo, en el que San Lorenzo pareció algo más y había logrado la ventaja, el Globo no cejó en su búsqueda y encontró en la última jugada y con un jugador menos, el desahogo del empate. Huracán una vez más renace y se levanta.



Síntesis


Sábado 27 de febrero de 2016

Primera División – Transición 2016 – Zona B – Fecha 5

Huracán 1 – 1 San Lorenzo


0-1: 45 2T Fernando Belluschi (SL) de rastrón a centro de Cerutti, tras buen pase de Musis.
1-1: 48 2T Ramón Ábila (H) con toque al gol dentro del área chica, tras un centro de Romero Gamarra que baja hacia el medio Espinoza.



Árbitro: Fernando Rapallini - (horrible)


Amonestados: Bogado, Balbi, Araujo, Díaz (H) / Cerutti, Ortigoza, Blanco, Caruzzo (SL)


Expulsado: 40 2T Mario Risso (H)


Huracán: Marcos Díaz; Carlos Araujo, Mario Risso, Federico Mancinelli, Luciano Balbi; Matías Fritzler, Mauro Bogado; Cristian Espinoza, Daniel Montenegro, Mariano González; Ramón Ábila. DT: Eduardo Domínguez.

San Lorenzo: Sebastián Torrico; Gonzalo Prósperi, Matías Caruzzo, Paulo Díaz, Emanuel Más; Fernando Belluschi, Néstor Ortigoza, Pablo Barrientos; Ezequiel Cerutti, Nicolás Blandi, Sebastián Blanco. DT: Pablo Guede.



Cambios: 33 1T Martín Cauteruccio por Blandi (SL) / 0 2T Franco Musis por Barrientos (SL) / 20 2T Alejandro Romero Gamarra por Fritzler (H) / 22 2T Mauro Matos por Ortigoza (SL) / 33 2T Tomás Molina por González (H).


Figura del partido: Néstor Ortigoza (SL)

Figura de Huracán: Mauro Bogado


La vuelta al torneo local no llegaba de la manera fácil. Un clásico, ante un rival encumbrado y las llagas aún del cansancio y los golpes tras lo vivido en Venezuela. Si bien la propuesta de San Lorenzo en los “papeles” es ofensiva, los primeros minutos no lo demostraron, jugando ambos equipos más con el fin de evitar una derrota que buscar la victoria. Poco era lo que hilaba Huracán de juego, ya que casi no lograba pisar el área rival, a pesar del incesante trabajo de Montenegro, que no encontraba en Espinoza, de bajo nivel, un socio para llevar peligro a Ábila. En tanto, era a destajo la tarea de Bogado en la contención y en el cuidado de los volantes de San Lorenzo, con un Ortigoza que se comportaba como el titiritero de una estructura en la que se Cerutti, por la banda derecha, complicaba mucho a un Balbi en bajo nivel.

No obstante, las situaciones de gol se repartieron en la etapa, y ambos equipo no lograron materializar acciones que dificulten mucho a Díaz y Torrico, por lo que el primer tiempo cerró con empate en cero, con cierto conformismo de ambos lados.

La segunda parte comenzó algo más movida, salvando Torrico ante un remate de Bogado y Díaz, con algo de embrollo, uno de Cerutti. Al rato, Huracán tendría las que hasta allí serían la llegada más importante: Araujo le birla el balón a un central al borde del área grande, y el rebote le llega a Ábila, que saca rápido un pelotazo, que Torrico salva en tremenda forma. Pero el rebote le quedó a la altura del punto penal a Montenegro en segunda jugada, que saca el tiro esquinado, y otra vez Torrico, sensacional, alcanza a desviar al córner por milímetros

Justo promediando la etapa, y cuando el DT de San Lorenzo había decidido sacar a Ortigoza, condicionado por su amonestación y juego brusco, llega la ventaja, que en ese momento aparecía como algo injusta, ya que se dio en un rapto de lucidez de su zona central, y de ese volante multifuncional que es Belluschi. Musis lo encontró libre a Cerutti, que sobre la banda ganó en el pique corto veloz, y despachó el centro al medio de rastrón, al que no llegó Matos ni el cierre de Mancinelli, pero si Belluschi, que se arrastró y de tocó de zurda al gol, ante un Díaz que nada tenía que hacer.

El gol hizo que Huracán mantuviera la constancia en buscar, pero con menor contención por la ausencia de Fritzler, que se había retirado con molestias, por lo que se expuso un poco más atrás. Casi Mariano González ponía el empate con un tiro que pasó cerca y un cabezazo de Ábila se fue alto, mostrando que Huracán, sin todas sus luces, aún buscaba, aunque algo desprotegido. Igual el DT apostó todo con el ingreso de otro delantero, el debutante Molina en lugar de González, quedando Bogado y Mancinelli como bandera de un aguante defensivo a la búsqueda que se cernía contra el visitante, que parecía no asimilar la intención del Globo y se mantenía en sus intenciones de aumentar la diferencia.

Parecía que el tiro de gracia llegaba para Huracán a cinco del final, cuando Rapallini expulsa injustamente a Mario Risso, por una infracción en el círculo central que no ameritaba la tarjeta roja. A partir de ahí, los minutos corrían impiadosos, hasta que en el último de los cuatro minutos de adición, Huracán tuvo su intento final, la apuesta a la última bola de la noche en el casino…

El pelotazo al área fue despejado por Caruzzo. El rebote lo tomó Balbi por su banda, que ante una marca, alargó correctamente a Romero Gamarra, quien había sido “largado” en su marca por Prósperi. El Kaku despachó un centro con comba y letal, que Espinoza en el segundo palo, con astucia se encargó de devolver hacia el medio del área chica. Allí Molina la dejó pasar, Paulo Díaz no llegó a cortar de cabeza, hasta que la pelota llegó donde debía: a los pies del siempre ubicuo “Wanchope”, para que este la deposite en la red del arco cuervo, ante Torrico y Caruzzo que permanecían atornillados en la línea y nada hicieron.

Empate, explosión de gol, delirio y final del juego. Todo junto el pueblo quemero gritó este gol, no por el hecho de festejar un empate (que quede claro), sino porque es todo un símbolo, de luchar contra lo que venga: las vicisitudes conocidas, un equipo remendado y con uno menos y ante uno de los punteros.

Huracán siempre se reinventa. Sufre, cae, renace y se levanta.



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