martes, 1 de diciembre de 2015

Derecho a los libros

Otra vez en 26 de noviembre. Una fecha que quedará grabada a fuego en los libros del club, por lo vivido en 2014 y 2015. No se podrá olvidar.
Con dosis de éxtasis y angustias, Huracán empató en su casa ante River y ganó la serie de semifinales de Copa Sudamericana, para pasar a una final continental, impensada sólo un año atrás, ante Independiente Santa Fe de Colombia.







Si este año fue una película de aventuras, los 365 días (en realidad 390, ya que el 1ro. de noviembre de 2014 fue el punto de inflexión) pasaron todos juntos delante de nuestros ojos en los minutos finales del juego ante River. El vaivén de alegrías y tropiezos tan dispar seguramente haga de ese lapso, el más intenso en la historia del club.

Con el pitazo final del árbitro brasileño Ricci, el nudo de angustia que teníamos se desató. River quedaba atrás y el sueño más grande queda al alcance, de frente a nuestra vista. Absolutamente nadie, ese 1ro de noviembre de broncas y tristeza podía prever lo que se vendría. Nadie, ni el más optimista hubiese dicho que Huracán iba a ser protagonista de una final continental, la primera desde que la Conmebol es el ente que rige al futbol de Sudamérica. El antecedente de la Copa Aldao de 1928 queda reducido ante lo que se viene.

Lo que era una fiesta en las tribunas, se trasladó a la cancha y empezó para el Globo como una fiesta. Huracán comenzó bien parado, con sus volantes presionando, tal es así, que en el segundo minuto, una pelota que tras un quite va hacia atrás, llega a Mancinelli que la pasa a Nervo. Este, exigido por un delantero rival, tiene que largar el pelotazo frontal, que encuentra a una defensa rival desatenta. Esto lo aprovecha Ábila, quien en su lucha con Maidana acomoda mejor el cuerpo, y queda en mejor posición para el salto al balón que llegaba alta al borde del área. En ese escenario, sale lejos Barovero, que al querer imponerse con su puño al salto de Ábila, apareado con Maidana, no hace más que dejar la pelota suelta, blanda al borde del área grande, ante la llegada de propios y extraños. Para suerte nuestra, el que primero llega es Patricio Toranzo, que acompañaba atento la jugada, y con toque a media altura, preciso y precioso, llena el arco vacío de grito de gol que estalla en todo Parque Patricios y Argentina. Un gol lleno de felicidad, un gol que llenó los corazones quemeros rápidamente, como para que ningún fantasma trate de acercarse (veremos luego que eso en Huracán es imposible…).

Pronto, una gran jugada entre Montenegro y Toranzo, derivó en Espinoza, cuyo centro dentro del área, fue malo y pasó lejos de Ábila que se relamía esperando convertir. A esto, en los primeros minutos, River era impotencia, por verse superado desde el inicio, y no encontrarle la vuelta al extraño esquema táctico propuesto por su DT Gallardo, con tres defensores centrales y dos laterales volantes, que no podían ser fuente de generación de ataques, ni sumaban peso en defensa. Ese último hecho se hacía sentir cuando Espinoza, se ubicaba a espaldas de Casco o Vangioni, según la banda que eligiera para jugar, y exigía a los cruces de Mercado o Álvarez Balanta, que tenían problemas para controlarlo.

Huracán antes de los veinte minutos seguía arrimando peligro. Montenegro, luego de un tiro libre de Toranzo, ejecuta un remate que es despejado milagrosamente; y después, otra vez Espinoza no encuentra a Ábila en el área, cuando el nueve en solitario podía marcar. River parecía un boxeador vapuleado y sin reacción, más todavía cuando en el minuto veinticinco, una jugada que se inicia en un saque de arco propio, le llega a Bogado, una de las figuras de este equipo, que le juega una pelota frontal al área a Ábila, que en una diagonal corta, pica y anticipa a Maidana, para encontrarse de cara a Barovero, con el tiempo exacto para ganarle a su salida, puntear el balón por sobre su cabeza, y empujar la bola de cabeza al arco desguarnecido, haciendo estallar nuestros corazones por segunda vez. A esa altura, un dos a cero tan imprevisto como merecido, ya que el Globo era el único equipo en la cancha.

Tal es así, que al rato, Barovero se redimió en parte de sus malas salidas en los goles, sacándole de manera espectacular, un fierrazo a Montenegro, que se iba a incrustar en su ángulo superior izquierdo. Todo siguió siendo quemero hasta el final de la etapa, ante un River que estaba herido, en estado terminal, pero no del todo muerto, como después demostraría.

Era cantado que en la segunda parte, River tenía que salir a quemar sus chances. Debía buscar tres goles y su andar cansino debía ser alterado. El ingreso de Mayada y Martínez, le dio alguna solución en ese sentido, y de entrada se mostró mucho más conexo, ya que se empezaron a encontrar espacios y circuitos de juego entre los ingresados, y sus delanteros, que hasta allí casi no eran abastecidos. Pero a los doce minutos, se dio una situación en el juego, que alteró el escenario planteado, y marcó un antes y después en el partido. Un tremendo patadón de Ponzio a Cristian Espinoza, lo dejó fuera de la cancha al “Mostro” quemero, envuelto en llanto y dolor físico y emocional; su falta, no pudo ser cubierta por Miralles, tanto a nivel ofensivo, sino también en el cuidado que le genera al rival por las bandas, por lo cual ese sector se vio liberado para el ataque “millonario”. Además, al rato Gallardo se “avivó”, y sacó de la cancha a un Ponzio alocado al borde de la expulsión (de la cual se salvó increíblemente), y mandó a Lucho González, que le aportó un poco de “fútbol” que les faltaba.

Huracán tuvo la suya en la etapa, cuando Ábila le deja servido el gol a Bogado, y el remate de este, encuentra una buena acción de Barovero, que evita el tiro de gracia. Así de claro fue, ya que faltando veinte, de la mano de la jerarquía individual de uno de los suyos, River se encuentra con el descuento en el marcador. Alario aguanta la bola en al área encima de Mancinelli y alarga a su lado a Mora, que desde el vértice del área grande, saca un violento y letal zapatazo que se le clava furibundo al segundo palo a Marcos Díaz, que nada podía hacer. Un gol “de aquellos”, que poco tenía que ver con el partido, y que sacó definitivamente a River de la “modorra” de casi setenta minutos anteriores.

Al poco rato, Marcos se puso la ropa de héroe una vez más, y le tapó el gol del empate a Alario, en lo que hubiera sido un mazazo difícil de digerir. No obstante, a menos de diez del final del juego, Lucho González mueve la pelota ante la marca de Balbi, y saca un “estiletazo” preciso al área, que encontró bien habilitado a Mora, que nuevamente despliega su calidad, y toca al gol rápido, para evitar el esfuerzo de Marcos. Empate, y las almas quemeras entraron en un sopor difícil de soportar. Fueron diez, más cuatro de adición, donde nuestro corazón galopaba sin control, sufriendo como parece que fuera una marca registrada para llegar a nuestras alegrías. Esos minutos finales, casi quince, con un Huracán desgastado físicamente, se sufrieron algo menos, porque la intensidad de River bajó, y de a poco sus esfuerzos se fueron esterilizando. Alario y Mora lo intentaron con remates que pasaron lejos, y casi también, Villarruel le pone la frutilla al postre, pero no pudo ser.

Final, y alegría de esas que desatan el llanto de la alegría, el de la pasión más pura. Huracán en la final de la Copa Sudamericana, en la primera vez que la juega, encima dejando de lado al campéon vigente, el mismo que se va pronto a jugar el Mundial de Clubes a Japón. Ahora llega Independiente Santa Fe de Bogotá, seguramente el rival más complejo que se podía presentar, y con el condimento de una definición en tierra cafetera.

Este Huracán es así. Tan inentendible como sorprendente. De él, cualquier cosa se puede esperar, así que, ¡vía libre para soñar!




Síntesis


Huracán 2 – 2 River Plate


Huracán: Marcos Díaz; José San Román, Martín Nervo, Federico Mancinelli, Luciano Balbi; Federico Vismara, Mauro Bogado; Cristian Espinoza, Patricio Toranzo, Daniel Montenegro; Ramón Ábila. DT: Eduardo Domínguez.


River Plate: Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Jonathan Maidana, Eder Álvarez Balanta; Milton Casco, Matías Kranevitter, Leonardo Ponzio, Lionel Vangioni; Carlos Sánchez; Rodrigo Mora, Lucas Alario. DT: Marcelo Gallardo.


Cambios: 0 2T Gonzalo Martínez y Camilo Mayada por Casco y Vangioni (RP) / 14 2T Ezequiel Miralles por Espinoza (H) / 21 2T Luis González por Ponzio (RP) / 26 2T David Distéfano por Montenegro (H) / 38 2T Lucas Villarruel por Toranzo (H)


Goles: 2 1T Patricio Toranzo (H) con remate a media altura desde fuera del área, tras un mal despeje de Barovero / 25 1T Ramón Ábila (H) de cabeza, tras pase de Bogado y toque por encima de Barovero / 23 2T Rodrigo Mora (RP) con un remate furibundo desde el vértice del área grande / 36 2T Rodrigo Mora (RP) define de derecha ante Díaz, tras pase de González.


Árbitro: Sandro Ricci (regular)


Amonestados: Bogado, San Román (H) / Ponzio, Martínez (B)

Expulsado: 45 2T Carlos Sánchez (RP)


Figura del partido: Ramón Ábila

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