Otra
vez en 26 de noviembre. Una fecha que quedará grabada a fuego en los libros del
club, por lo vivido en 2014 y 2015. No se podrá olvidar.
Con
dosis de éxtasis y angustias, Huracán empató en su casa ante River y ganó la
serie de semifinales de Copa Sudamericana, para pasar a una final continental,
impensada sólo un año atrás, ante Independiente Santa Fe de Colombia.
Si
este año fue una película de aventuras, los 365 días (en realidad 390, ya que
el 1ro. de noviembre de 2014 fue el punto de inflexión) pasaron todos juntos
delante de nuestros ojos en los minutos finales del juego ante River. El vaivén
de alegrías y tropiezos tan dispar seguramente haga de ese lapso, el más
intenso en la historia del club.
Con
el pitazo final del árbitro brasileño Ricci, el nudo de angustia que teníamos
se desató. River quedaba atrás y el sueño más grande queda al alcance, de
frente a nuestra vista. Absolutamente nadie, ese 1ro de noviembre de broncas y
tristeza podía prever lo que se vendría. Nadie, ni el más optimista hubiese
dicho que Huracán iba a ser protagonista de una final continental, la primera
desde que la Conmebol es el ente que rige al futbol de Sudamérica. El
antecedente de la Copa Aldao de 1928 queda reducido ante lo que se viene.
Lo
que era una fiesta en las tribunas, se trasladó a la cancha y empezó para el
Globo como una fiesta. Huracán comenzó bien parado, con sus volantes
presionando, tal es así, que en el segundo minuto, una pelota que tras un quite
va hacia atrás, llega a Mancinelli que la pasa a Nervo. Este, exigido por un
delantero rival, tiene que largar el pelotazo frontal, que encuentra a una defensa
rival desatenta. Esto lo aprovecha Ábila, quien en su lucha con Maidana acomoda
mejor el cuerpo, y queda en mejor posición para el salto al balón que llegaba
alta al borde del área. En ese escenario, sale lejos Barovero, que al querer
imponerse con su puño al salto de Ábila, apareado con Maidana, no hace más que
dejar la pelota suelta, blanda al borde del área grande, ante la llegada de
propios y extraños. Para suerte nuestra, el que primero llega es Patricio
Toranzo, que acompañaba atento la jugada, y con toque a media altura, preciso y
precioso, llena el arco vacío de grito de gol que estalla en todo Parque Patricios
y Argentina. Un gol lleno de felicidad, un gol que llenó los corazones quemeros
rápidamente, como para que ningún fantasma trate de acercarse (veremos luego
que eso en Huracán es imposible…).
Pronto,
una gran jugada entre Montenegro y Toranzo, derivó en Espinoza, cuyo centro
dentro del área, fue malo y pasó lejos de Ábila que se relamía esperando
convertir. A esto, en los primeros minutos, River era impotencia, por verse
superado desde el inicio, y no encontrarle la vuelta al extraño esquema táctico
propuesto por su DT Gallardo, con tres defensores centrales y dos laterales
volantes, que no podían ser fuente de generación de ataques, ni sumaban peso en
defensa. Ese último hecho se hacía sentir cuando Espinoza, se ubicaba a
espaldas de Casco o Vangioni, según la banda que eligiera para jugar, y exigía
a los cruces de Mercado o Álvarez Balanta, que tenían problemas para
controlarlo.
Huracán
antes de los veinte minutos seguía arrimando peligro. Montenegro, luego de un
tiro libre de Toranzo, ejecuta un remate que es despejado milagrosamente; y
después, otra vez Espinoza no encuentra a Ábila en el área, cuando el nueve en
solitario podía marcar. River parecía un boxeador vapuleado y sin reacción, más
todavía cuando en el minuto veinticinco, una jugada que se inicia en un saque
de arco propio, le llega a Bogado, una de las figuras de este equipo, que le
juega una pelota frontal al área a Ábila, que en una diagonal corta, pica y
anticipa a Maidana, para encontrarse de cara a Barovero, con el tiempo exacto
para ganarle a su salida, puntear el balón por sobre su cabeza, y empujar la
bola de cabeza al arco desguarnecido, haciendo estallar nuestros corazones por
segunda vez. A esa altura, un dos a cero tan imprevisto como merecido, ya que
el Globo era el único equipo en la cancha.
Tal
es así, que al rato, Barovero se redimió en parte de sus malas salidas en los
goles, sacándole de manera espectacular, un fierrazo a Montenegro, que se iba a
incrustar en su ángulo superior izquierdo. Todo siguió siendo quemero hasta el
final de la etapa, ante un River que estaba herido, en estado terminal, pero no
del todo muerto, como después demostraría.
Era
cantado que en la segunda parte, River tenía que salir a quemar sus chances.
Debía buscar tres goles y su andar cansino debía ser alterado. El ingreso de
Mayada y Martínez, le dio alguna solución en ese sentido, y de entrada se
mostró mucho más conexo, ya que se empezaron a encontrar espacios y circuitos
de juego entre los ingresados, y sus delanteros, que hasta allí casi no eran
abastecidos. Pero a los doce minutos, se dio una situación en el juego, que
alteró el escenario planteado, y marcó un antes y después en el partido. Un
tremendo patadón de Ponzio a Cristian Espinoza, lo dejó fuera de la cancha al “Mostro”
quemero, envuelto en llanto y dolor físico y emocional; su falta, no pudo ser
cubierta por Miralles, tanto a nivel ofensivo, sino también en el cuidado que
le genera al rival por las bandas, por lo cual ese sector se vio liberado para
el ataque “millonario”. Además, al rato Gallardo se “avivó”, y sacó de la
cancha a un Ponzio alocado al borde de la expulsión (de la cual se salvó
increíblemente), y mandó a Lucho González, que le aportó un poco de “fútbol”
que les faltaba.
Huracán
tuvo la suya en la etapa, cuando Ábila le deja servido el gol a Bogado, y el
remate de este, encuentra una buena acción de Barovero, que evita el tiro de
gracia. Así de claro fue, ya que faltando veinte, de la mano de la jerarquía
individual de uno de los suyos, River se encuentra con el descuento en el
marcador. Alario aguanta la bola en al área encima de Mancinelli y alarga a su
lado a Mora, que desde el vértice del área grande, saca un violento y letal
zapatazo que se le clava furibundo al segundo palo a Marcos Díaz, que nada
podía hacer. Un gol “de aquellos”, que poco tenía que ver con el partido, y que
sacó definitivamente a River de la “modorra” de casi setenta minutos
anteriores.
Al
poco rato, Marcos se puso la ropa de héroe una vez más, y le tapó el gol del
empate a Alario, en lo que hubiera sido un mazazo difícil de digerir. No
obstante, a menos de diez del final del juego, Lucho González mueve la pelota
ante la marca de Balbi, y saca un “estiletazo” preciso al área, que encontró
bien habilitado a Mora, que nuevamente despliega su calidad, y toca al gol
rápido, para evitar el esfuerzo de Marcos. Empate, y las almas quemeras entraron
en un sopor difícil de soportar. Fueron diez, más cuatro de adición, donde
nuestro corazón galopaba sin control, sufriendo como parece que fuera una marca
registrada para llegar a nuestras alegrías. Esos minutos finales, casi quince,
con un Huracán desgastado físicamente, se sufrieron algo menos, porque la
intensidad de River bajó, y de a poco sus esfuerzos se fueron esterilizando.
Alario y Mora lo intentaron con remates que pasaron lejos, y casi también,
Villarruel le pone la frutilla al postre, pero no pudo ser.
Final,
y alegría de esas que desatan el llanto de la alegría, el de la pasión más
pura. Huracán en la final de la Copa Sudamericana, en la primera vez que la
juega, encima dejando de lado al campéon vigente, el mismo que se va pronto a
jugar el Mundial de Clubes a Japón. Ahora llega Independiente Santa Fe de
Bogotá, seguramente el rival más complejo que se podía presentar, y con el
condimento de una definición en tierra cafetera.
Este
Huracán es así. Tan inentendible como sorprendente. De él, cualquier cosa se
puede esperar, así que, ¡vía libre para soñar!
Síntesis
Huracán 2 – 2 River Plate
Huracán: Marcos Díaz; José San Román, Martín
Nervo, Federico Mancinelli, Luciano Balbi; Federico Vismara, Mauro Bogado;
Cristian Espinoza, Patricio Toranzo, Daniel Montenegro; Ramón Ábila. DT:
Eduardo Domínguez.
River Plate: Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Jonathan Maidana,
Eder Álvarez Balanta; Milton Casco, Matías Kranevitter, Leonardo Ponzio, Lionel
Vangioni; Carlos Sánchez; Rodrigo Mora, Lucas Alario. DT: Marcelo Gallardo.
Cambios: 0 2T Gonzalo Martínez y Camilo
Mayada por Casco y Vangioni (RP) / 14 2T Ezequiel Miralles por Espinoza (H) / 21
2T Luis González por Ponzio (RP) / 26 2T David Distéfano por Montenegro (H) /
38 2T Lucas Villarruel por Toranzo (H)
Goles: 2 1T Patricio Toranzo (H) con
remate a media altura desde fuera del área, tras un mal despeje de Barovero /
25 1T Ramón Ábila (H) de cabeza, tras pase de Bogado y toque por encima de Barovero
/ 23 2T Rodrigo Mora (RP) con un remate furibundo desde el vértice del área
grande / 36 2T Rodrigo Mora (RP) define de derecha ante Díaz, tras pase de González.
Árbitro: Sandro Ricci (regular)
Amonestados: Bogado, San Román (H) / Ponzio, Martínez
(B)
Expulsado: 45 2T Carlos Sánchez (RP)
Figura
del partido: Ramón
Ábila
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